El éxodo rural y el mayor desperdicio de la historia.
Conversar con vecinos viejos, ya con sus ochenta y algo, además de fuente de
conocimientos empíricos a los que tarde o temprano volveremos, es también un viaje al pasado rural uruguayo, lleno de vida, cuentos de gente ignorante y sabia al mismo tiempo que por generaciones vivieron del campo y en el campo. Basta nombrar un potrero de una estancia para que comience la cuenta de cuántas taperas existen en él. Aún se divisan algunos cimientos, chiqueros de piedras, y sorprendentemente hasta alguna cruz de alguien que fue enterrado a campo abierto.
Al buscar información sobre aquel tiempo, tuve acceso a una brillante recopilación de datos históricos que desarmaron mi idea del pasado, pues desde chico el folklore me insinuó que la campaña era la estancia grande y el peón, un binomio sin puntos
intermedios. Resulta que desde la Pampa hasta el Rio Grande habían sí estancias
grandes y peones, pero ni los primeros tenían el monopolio de la ganadería, ni los
segundos eran gauchos sueltos, sin vacas de propiedad y menos sin familias. Lo que
pasaba era que según los datos obtenidos de registros de la época, para poder subsistir únicamente de la ganadería en aquellos tiempos, se necesitaría una producción anual de por lo menos 100 terneros, de lo contrario el hijo más viejo, o incluso el jefe del hogar, necesitaban “peonar”.
Fantástica combinación entre oferta de trabajo y mano de obra especializada, sí,
especializada. Si lo hacían en sus casas, con sus reses, estaban capacitados para
hacerlo en la estancia grande.
Pero...si tuvimos un pasado en que todo era armonioso, en que punto nos perdimos?
Porqué hoy necesitamos conversar con un anciano para saber quiénes vivían en nuestros campos? Muchas civilizaciones antiguas desaparecieron o colapsaron al agotar los recursos naturales, habrá algo de eso en este éxodo brutal que despobló en cincuenta años nuestra campaña?
Razonemos. De que recursos fueron obtenidos los productos que históricamente
palanquearon nuestra economía? Parece obvio, naturalmente que fueron obtenidos a partir de las praderas naturales que tuvimos. El tiempo pasado para el verbo “tener” se aplica perfectamente, pues todos sabemos el nivel de degradación que tienen nuestras pasturas.
Vuelvo a los ancianos, Don Delibio Suarez, que siempre me dice : “en ese campo que
está Ud. mi padre tenía 300 vacas gordas”...y yo no puedo mantener 180?? Que pasó?
Pues nada raro, simplemente se degradó, las especies que poblaban su tapiz ya no
están, algunos centímetros de suelo tampoco, ha recibido algún que otro venenito, las vacas pasaron veinte años bosteando con ivermectina, etc., etc. Si serán nobles nuestros campos que todavía no son un desierto!
El empobrecimiento progresivo de los campos uruguayos fue provocado por un uso
abusivo de esta nobleza, comenzando con la erosión de suelos que todos conocemos
para entrar en la erosión genética de nuestras riquísimas especies forrajeras autóctonas, que derivaron en una erosión económica aguda, determinando que los 100 terneros por año antes mencionados no se pudieran obtener en la misma área...una familia menos. La estancia grande no pudo producir lo que producía antes, tomó menos peones...otras familas menos, hasta llegar a la erosión invisible...la erosión familiar.
El resquebrajamiento de la liga familiar por motivos económicos no es novedad, sabemos que un casal con muchos hijos y en apremios financieros veía incluso con buenos ojos la partida de sus integrantes, "uno menos para mantener".
Mientras todo eso sucedía, algo seguía igual,inmutable, y aunque gritara diariamente a partir de las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde, nadie escuchaba.
En cada segundo de nuestra existencia el sol dispensa sobre cada metro cuadrado de nuestro paisito un valor aproximado a los 4 * 10 a la 26 W de energía, un número tan impresionante que no pienso escribirlo, le voy a errar. De esa absurda cantidad de luminosidad, una pradera es capaz de absorber únicamente un pequeñísimo porcentaje, pero es suficiente para encender el motor que mueve el engranaje de la vida, la fotosíntesis. Esa mínima cantidad de energía aprovechada puede ser aún minimizada, basta no permitir que los vegetales de la pradera puedan tener hojas capaces de hacer una buena fotosíntesis.
La incapacidad histórica de comprender esta realidad fue la que comenzó el debacle que, como un huracán silencioso, fue varriendo el gauchaje del campo, al comienzo, y después empezó a varrer hasta los propios Ingenieros Agrónomos que se aventuraban en la ganadería, a pesar de sus conocimientos técnicos.
Se fundieron chicos, medianos y grandes, y atribuyo los casos de suceso en ganadería extensiva mucho más a la habilidad en comprar bien y vender mejor, que a la propia administración del recurso energía solar.
No puede ser tan dificil verlo, tampoco es dificil aplicarlo. Estamos en 2016.
En principios de la década del 50 visitó a Uruguay el Sr. Mac Meekan, de Nueva Zelandia, y despertó la curiosidad de los productores que asistieron a su recepción al decir que en 320 hectáreas manejadas a puro pasto tenía: 350 vacas de tambo, 150 terneros de tambo, 2.000 ovejas, 2.200 corderos, 900 otros lanares, 116 terneros aberdeen angus, 60 novillos para frigorífico, 6 caballos, algunas gallinas y... “eso es todo”.
Advirtió que lo había logrado a partir de campos en los que ni pasto había en un
comienzo, y en un lento proceso de altas cargas instantaneas, empotreramiento con parcelas de 1 hasta 3 hectáreas, descansos largos, enfardado de sobrantes de las
primaveras, incorporación de leguminosas y fertilizaciónes puntuales lo había
transformado en uno de los predios más productivos de su nación.
Pues en Uruguay tomamos del paquete la últimas dos cosas, incorporación de leguminosas y fertilizaciones, ya no puntuales, y si, sistemáticas.
A las leguminosas las teníamos, bastaría haber aplicado algo de racionalidad al pastoreo y se habrían multiplicado exponencialmente.
Los formadores de opinión de la época no entendieron que el todo es más importante que la suma de sus partes, y descartaron las 4 primeras conductas; altas cargas instantáneas, empotreramiento, descansos largos, enfardados.
El resultado? El resultado está a la vista.
En lugar de ser hoy un país rural con un renta per cápita de las mayores del mundo, tenemos que esperar las elecciones para que nos arreglen los caminos, y si queremos “educar” a un hijo, lo tenemos que llevar a una ciudad.
El 70 % de la sociedad nos detesta, “terratenientes, los de las 4 por 4”, en lugar de admirarnos por el simple hecho de que lo mereciéramos, por haber cuidado con celo un recurso que en realidad, aunque tengamos las escrituras de nuestros campos, es de la República Oriental del Uruguay, no simplemente nuestro.
Crudo y real, durante generaciones desperdiciamos la energía gratuita del sol, que es laica, infinita y no paga royalties. Llega la conclusión de que todo lo que obtuvimos hasta hoy viene sí de nuestras pasturas, pero antes vino del sol, y quizá si lo hubiéramos aprovechado mejor, hoy seríamos modelo a seguir.
Por suerte estamos a tiempo de emprender un nuevo camino, maximizando la captación de esa luminosidad que “iluminará” nuestro futuro.
Y en varios puntos se puede argumentar, pero que el sistema Voisin representa el mayor adelanto concebido por el humano para alcanzar el techo fotosintético de nuestras pasturas, es absolutamente indiscutible.
Hasta pocos años atrás, mediciones mal hechas e incluso subjetividades podrían objetar esta afirmación, pero hoy, la imparcialidad de los datos satelitales no nos dejan duda.
Estamos frente a la solución, en un momento crucial de la historia y con una serie de amenazas rondando a la ganadería: carnes de laboratorio, veganismo en aumento, incriminación en el tema carbono, impotencia en los métodos de control de parásitos, etc., que estamos esperando? Nuestras casas se queman...tenemos que empezar ya a transmitir la imagen de una ganadería comprometida con el resto de la sociedad, conservadora y recuperadora de recursos, capturadora de carbono por excelencia, productora de aguas de calidad para nuestros vecinos más abajo, alimentos libres de tóxicos gracias a combates biológicos de parásitos, con las puertas abiertas para quien quiera volver al campo y comenzar de nuevo en una actividad rentable, sólida y principalmente capaz de tornarse para la famila, una filosofía de vida, aquella diferenciación que nos torna no un humano más, y sí, el mejor humano posible, dispuesto a colaborar con los sueños de todos los integrantes de su nucleo familiar, aún renunciando al suyo.
No podemos seguir mintiéndonos que somos un país natural, ni aceptar que nos mientan que no estamos mintiendo.
Solo así se puede recostar la cabeza a la almohada y dormir el sueño de los justos, sin renunciar a ser económicamente viable.
Debajo de sus pies está todo lo que necesita, uno de los suelos más guapos del mundo.
Sobre su cabeza brilla el sol, energía ilimitada.
78% del aire es nitrógeno, que puede ser fijado al suelo por leguminosas y algunas
gramíneas, desde que bien manejadas. El fósforo disponible aumenta exponencialmente en todo sistema racional.
La naturaleza es perfecta, no hay nada para corregir, pero sí mucho que aprender.
Mientras no podamos entenderla, usemos lo que de más moderno existe para atender todos los puntos antes mencionados: el pastoreo Voisin.
A los técnicos les queda el desafío de descifrar porqué produce ocho veces más, mientras recupera suelos y limpia aguas.
Como siempre, los cambios se darán de abajo hacia arriba. Los productores abandonarán el pastoreo continuo por necesidad, no por orientación técnica.
Los técnicos seguirán a los productores, estableciendo la negación del diagrama teórico, en donde andarían haciendo punta.
Y es así, nomás. No creo en conspiraciones ni en malas voluntades, son apenas ignorancias.
Hasta la próxima.